Proyecto: Un balcón en el Mediterráneo
Para reducir las necesidades hídricas y así mediterranizar el entorno, hemos instalado casi 50 metros cuadrados de césped artificial. Con ello pretendemos también minimizar los costes y la periodicidad de los mantenimientos, ya que el jardín debe estar al servicio de sus propietarios y no al revés. El resto del área ajardinada, transcurre alrededor de la casa o en la entrada principal, pero justo frente al mar, se ha construido en dos niveles, de tal forma que la vegetación no tape las vistas, regla que sólo se rompe por dos palmeras Washingtonia robusta de 7 metros de altura situadas en un lateral. En la parte superior, colocados en los vértices opuestos de la gran terraza con la piscina en medio, los únicos elementos vegetales son dos macro bonsáis, uno de ellos en un tiesto Vondom blanco con iluminación.
Para modular la luz hemos instalado dos velas náuticas de protección solar con mástiles de acero inoxidable, que se pueden recoger fácilmente cuando la radiación ya no es tan rigurosa. Nos hemos decantado por estas velas en vez de una opción más habitual como puede ser una pérgola porque, éstas, encajan más fidedignamente con la estética vanguardista de la vivienda ya la vez aportan menos obstáculos que dificulten la visión desde el balcón marítimo.
El mobiliario elegido han sido unas butacas con mesa en el centro y una tumbona de dos plazas de la serie Spa de Dedon, que nos permiten descansar, charlar, compartir o simplemente hacer la siesta el fin de semana. Y para que los cojines siempre estén limpios, hemos hecho unos baúles a medida con la misma tarima sintética del suelo. Con la misma filosofía que el césped artificial, la tarima sintética resiste perfectamente la salinidad de la brisa marina y la constante radiación solar, de esta forma el mantenimiento es mínimo y mantiene siempre un aspecto óptimo.
La iluminación también requiere una mención especial, ya que permite modular el color dependiendo del ambientación pretendida, invirtiendo las sensaciones, que de día hacen dirigir la mirada hacia el horizonte, para, cuando ya es de noche, centrarse dentro los límites del jardín.